¿Tú nunca has querido lanzar el móvil por la ventana para descansar de tantos mensajes y alertas? Yo sí.
Cada vez más conectados con el exterior
En la últimos veinte años el teléfono a dejado de ser el único medio que permitía contactar con alguien de manera inmediata sin importar la distancia.
Ahora nos pueden contactar en cualquier momento y lugar a través de SMS, Whatsapp, emails, Skype, Facebook, Twitter y demás redes sociales… Y, cómo no, también nos pueden llamar al móvil estemos donde estemos, sin importar qué estemos haciendo en ese momento.
Sí, nuestras conexiones con el exterior se han multiplicado, pero el día sigue durando 24 horas…
Estar tan conectados tiene consecuencias negativas
Estamos hiperconectados y, aunque esto no es malo en sí mismo, puede llegar a ser peligroso para nuestro equilibrio y nuestra salud mental.
Estar tan conectados con tanta gente en cualquier momento nos ocasiona:
-
Interrupciones. Si en cualquier momento puede llegar un mensaje o notificación a nuestro teléfono, ordenador o tableta, se hace francamente difícil terminar una tarea compleja y que requiera concentración sin ser interrumpidos. ¡Pero es que también es difícil que no nos interrumpan mientras comemos, descansamos un rato, leemos una novela o echamos un polvo!
-
Dispersión. Estar siempre conectados debilita nuestra capacidad de concentración. Nos acostumbramos a estar a un montón de cosas al mismo tiempo y, al final, nos cuesta concentrarnos profundamente una sola tarea. A ver si esto te suena: estás trabajando en algo y, de repente, te interrumpes a ti mismo preguntándote si hay algo nuevo esperándote en tu bandeja de correo o en tu red social favorita. Y lo peor es que, lo compruebes o no, ¡ya te has distraído de la tarea que tenías entre manos!
-
Hiperactividad. La actividad que producen todas estas conexiones genera adrenalina. Nos excitamos cada vez que el teléfono suena o que una alerta —por algo se llama así— salta en la pantalla de nuestro ordenador. Para muchas personas, esta sensación de actividad constante llega a ser adictiva. Nos acostumbramos a hacer tantas cosas todo el tiempo que nos olvidamos de no hacer nada. Seguimos en estado de alerta y excitación mucho más tiempo del necesario, con el desgaste que esto le genera al sistema nervioso.
Necesitamos reconectar con nosotros mismos, con nuestro interior
En general estamos muy conectados con el exterior y muy poco con nuestro interior, con nosotros mismos.
Si siempre estamos pendientes de los mensajes del exterior, podemos llegar a olvidarnos de los mensajes que vienen de dentro. Tantas conexiones simultáneas con nuestro entorno nos sacan de nuestro centro interno. Cuando nos volcamos en el exterior de una forma tan intensiva, corremos el riesgo de renunciar a parte de nuestro espacio interno, nos arriesgamos a cierta forma de alienación.
Puede que lo que voy a decir suene a psicología barata, pero creo que gran parte de la ansiedad que sufren tantas personas en nuestro entorno —si crees que son pocas, échale un vistazo a las cifras de venta de ansiolíticos— viene de esa falta de conexión con uno mismo.
La solución para proteger nuestro tiempo
Mi solución para este problema consiste en desconectar mis dispositivos. Así de sencillo. Apago el ordenador, desconecto el móvil —o lo pongo en modo avión— y, si alguien quiere contactar conmigo, que lo intente en otro momento. Ahora no estoy disponible.
No te digo que te desconectes permanentemente, tampoco exageremos. Solo toma el tiempo que necesites. Pero hazlo, es importante. Desconecta y disfruta de tu conexión contigo mismo y las personas con las que compartes espacio físico en este momento.
Conozco a mucha gente para la que esto es prácticamente imposible. Solo tienen el móvil apagado cuando se quedan sin batería. Se sienten culpables si alguien les llama y no contestan. Si reciben una notificación, tienen que comprobar inmediatamente de qué se trata. Sienten que se pueden perder algo importante si se desconectan.
Se equivocan, así lo único que se pierden es buena parte de su intimidad y su libertad.
Si tú no proteges tu tiempo nadie lo hará por ti. Si quieres conseguir un poco de tiempo de calidad y sin interrupciones para ti y para los tuyos, te aconsejo que seas radical y que durante esos momentos cortes el resto de conexiones con el exterior.
Si no te encargas de buscar y proteger esos momentos, puede que nunca lleguen por sí solos.
Es tu tiempo. Es tu vida. Es tu decisión.
Imagen: Simon Powell