Fotografía de teléfono móvil metido en un bote de vidrio

Mis estrategias de autocontrol para no perder el tiempo con el móvil

Me despierta la alarma del móvil. Salto de la cama como un felino para que las dichosas campanas digitales no despierten al resto de la familia. Son las seis de la mañana, como cada día de labor. Me levanto una hora antes de lo necesario para tener un rato para mí, tiempo para leer, escribir, meditar o hacer algo de ejercicio.

Voy al baño. Pssssss… Me lavo la cara con agua bien fresca.

Ya estoy un poco más despejado y voy a la cocina. Me sirvo un vaso de agua y…

En este momento se abren dos escenarios posibles:

  1. Escenario A. Desbloqueo el móvil que me ha despertado hace unos minutos y sin mucha conciencia —a menudo el título de mi blog es más una declaración de intenciones que un hecho constatado— abro el email, Twitter o el periódico. Acabo de caer en una espiral digital que engullirá mi tiempo libre. Cuando me dé cuenta, tendré que ducharme en un minuto y salir pitando al trabajo…
  2. Escenario B. Dejo el móvil en un rincón y hago una de esas cosas que me gusta hacer por la mañana. Es decir, hago aquello para lo que he madrugado. Después me ducho con calma y voy tranquilo y con conciencia a mi trabajo.

Durante los meses de abril y mayo caí demasiadas veces en el primer escenario. Afortunadamente, con algunos cambios bien sencillos, hace más de un mes que el segundo escenario es el habitual.

¿Quieres saber cómo lo he conseguido? Solo tienes que seguir leyendo para descubrir cómo fortalecer tu autocontrol y hacer un uso más consciente del móvil.

Mi móvil se ha tragado mi tiempo libre

Antes de contarte cómo he conseguido evitar que el móvil se zampe buena parte de mi tiempo libre, quiero explicarte por qué nos suele suceder esto.

A ver si la siguiente historia te suena.

Enciendes el móvil para mirar la hora y ves que tienes una notificación. La consultas inmediatamente. Alguien te ha mencionado en Twitter. También tienes un mensaje de WhatsApp. Lo lees, respondes y, de paso, escribes al grupo de la familia. Tu prima acaba de colgar una foto en Instagram. ¿Qué hará en Cancún? Vaya, Irina Shayk acaba de subir una foto suya en topless y lo está petando. Abres Wallapop en busca de algún chollo. Nada interesante. A ver si hay alguna noticia nueva en el periódico…

Sacaste el móvil porque querías saber la hora y ya llevas veinte minutos saltando de una aplicación a otra de manera inconsciente, ¡y aún no sabes qué hora es!

¿Verdad que alguna vez —por lo menos— has vivido algo así?

No es culpa tuya, al menos no del todo. Tampoco es que tu smartphone sea un instrumento maléfico, pero está cargado de aplicaciones diseñadas para explotar tus debilidades y ciertos mecanismos psicológicos para engancharte. Así es como tu móvil consigue secuestrar tu atención y robarte gran parte de tu tiempo libre.

Tu atención es su negocio

Los servicios de Google, Facebook, Twitter o Instagram valen una pasta; pero te los dan gratis. Lo mismo sucede con los periódicos: si te compras el diario en el quiosco de la esquina, te costará un euro y pico; sin embargo, la edición digital es gratis.

¿Por qué estas empresas te están regalando sus servicios? Porque te lo están regalando, ¿no?

¡No! ¡Nada de eso! ¡No te están regalando nada! En el mundo de la economía digital, cuando no pagas por un servicio o por producto, es porque el producto eres tú. Les estás pagando con tu atención y con un montón de datos que generas al utilizar sus servicios y que a ellos les sirven para decidir qué anuncios son los más adecuados para ti.

Asúmelo, tú no eres el cliente de Facebook, sus clientes son las empresas que pagan por los anuncios de Facebook Ads. Ni yo soy cliente de Google o La Vanguardia, sus clientes son los anunciantes que pagan por la publicidad que a nosotros nos enchufan.

¡Y quieren toda tu atención!

Cuanto más tiempo pases conectado a Facebook (por poner un ejemplo), más anuncios verás y más posibilidades habrá de que hagas clic en alguno. Cada vez que alguien hace clic en un anuncio de Facebook, el señor Zuckerberg se embolsa unos céntimos. Así fue como Facebook ingresó 27,6 billones de dólares en 2016.

Para sacarte todo el jugo como objetivo de su publicidad, estas empresas de internet necesitan que pases más y más tiempo usando sus servicios. A Facebook o a Twitter no les interesan los usuarios que se conectan una vez al mes, sino quienes abren sus aplicaciones varias veces al día. ¡Ahí está el negocio!

Por esa razón, estás empresas contratan a expertos en psicología, economía y análisis de datos para diseñar aplicaciones y webs que te enganchen y te hagan volver cada poco tiempo pidiendo más. Los casinos también lo hacen.

Se aprovechan de lo que los científicos han descubierto sobre el funcionamiento del cerebro humano y nuestra psicología para convertirnos en yonquis de sus servicios. Así es como consiguen que cuando nos despertamos consultemos sus aplicaciones antes de siquiera lavarnos la cara.

Si quieres saber más sobre el tema, este artículo de Tristan Harris (en inglés) te dejará con la boca abierta.

Mis estrategias para recuperar mi tiempo

Fotografía de teléfono móvil metido en un bote de vidrio
No, meter el móvil en un tarro de vidrio no es una de mis estrategias de autocontrol 😉

Al comienzo de este artículo decía que el móvil ya no me está robando mi tiempo libre por las mañanas. ¡Y tampoco durante el resto del día! Durante el último mes y pico he hecho un uso muy controlado, consciente y premeditado de mi smartphone. Yo he sido más smart que él.

¿Cómo lo estoy consiguiendo? Gracias a las siguientes estrategias.

Uso el modo avión por la noche

Sigo utilizando mi móvil como alarma, pero antes de acostarme me aseguro de ponerlo en modo avión. De esta manera, cuando me despierto no tiene notificaciones acumuladas ni me permite permito conectarme a internet. Con este truco tan simple elimino mi mayor tentación en mi momento de mayor debilidad. No caer en la trampa durante esos primeros minutos le da tiempo a mi fuerza de voluntad para despertarse y tomar el control.

¡Adiós aplicaciones!

¿Qué aplicaciones eran las que normalmente me atrapaban en su espiral de píxeles? Twitter y Firefox, el navegador que usaba para leer tres o cuatro periódicos al día varias veces durante la jornada.

Borré la aplicación de Twitter —ya la había borrado y vuelto a instalar otras veces, lo confieso— y cambié Firefox por Firefox Focus. Esta versión reducida del navegador está diseñada para proteger tu privacidad y eliminar los anuncios de las webs que visitas, ¡además carga las webs como un rayo! Y, como no tiene un listado de favoritos, cada vez que quiero leer el periódico, tengo que escribir la dirección de la página que quiero visitar, y este pequeño esfuerzo ya me ayuda a pensármelo dos veces. ¡Venga, ya estás tardando en instalártela! Aquí tienes el enlace a la versión de Android y aquí a la de iOS.

Ahora tengo que encender el ordenador para conectarme a Twitter, ¡qué pereza me da! Es como quien está a dieta y pone las galletas en una esquina encima del armario (no dentro). Si tienes que sacar la escalera y estirar el brazo arriesgando tu equilibrio para comerte una maldita galleta, te lo piensas dos veces.

Si haces que la opción que quieres evitar no sea la más fácil, te costará mucho menos escoger otra opción mejor.

Desactivar notificaciones

Si te molestas en dedicarle diez minutos a desactivar las notificaciones que no necesitas, te será más fácil decidir cuándo abres esas aplicaciones, en lugar de responder a la inercia que te lleva a consultar inmediatamente cada notificación.

Si no veo ninguna notificación de Gmail, por ejemplo, no siento ninguna necesidad de consultar si alguien me ha escrito. Desde que desactivé las notificaciones, consulto mi correo personal tres o cuatro veces al día; no dieciocho.

De hecho, solo he dejado activadas las notificaciones de WhatsApp, la aplicación que utilizo para comunicarme con amigos y familiares.

Modo no molestar

Cuando activas el modo ‘no molestar’ sigues teniendo acceso a internet y puedes hacer y recibir llamadas, solo que no recibes ninguna notificación. En mi caso, he configurado este modo del móvil para que solo me avise de las llamadas de unas pocas personas de mi entorno más cercano.

No, no cualquiera me puede interrumpir en cualquier momento.

Reorganización en la pantalla de inicio

Captura de pantalla de la pantalla de inicio de mi móvil

Por último, he dejado en la pantalla de inicio los iconos de las aplicaciones que me ayudan a hacer cosas que me nutren:

  • comunicarme con mi familia y amigos cercanos
  • meditar
  • leer
  • escribir
  • hacer ejercicio
  • tomar y ver mis fotos

¡Tú también puedes lograrlo!

Gracias a estas sencillas estrategias y un poco de fuerza de voluntad, ahora yo decido cuando consulto el móvil, no Twitter, El País, Instagram ni el teleoperador de turno.

Así que, querido móvil, ve enterándote: ¡aquí mando yo!

Si tú también quieres recuperar el control, te animo a probar estas estrategias. Espero que te ayuden a usar la tecnología con un poco más de conciencia y autocontrol.

Por cierto, actualmente estoy leyendo un libro muy interesante titulado Mindfulness digital y volveré a escribir sobre este tema. Si no quieres perdértelo, únete ya a mi lista de correo (es gratis y 100% libre de spam).

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