Vivimos en la era de la información. Nunca ninguna generación anterior había tenido tanta información a su disposición y nunca había sido tan fácil acceder a ella. Internet ha cambiado el mundo y ha hecho que tanto los productores de contenido como el contenido mismo se multipliquen.
Esto tiene muchas ventajas, pero también genera ciertos problemas. Para mí, el mayor de ellos es que la dificultad para seleccionar y gestionar tanta información. El hecho de que tanta información sea tan fácilmente accesible hace que a veces nos cueste desconectar. Esta sobreabundancia informativa nos puede convertir en bulímicos de la información. Nuestra sociedad está llena de yonquis de Twitter y YouTube.
Antes uno se compraba un periódico y tenía esas noticias limitadas para decidir cuáles leía y cuáles no. Ahora uno tiene todos los periódicos accesibles en Internet… Y Twitter, Facebook, Instagram, LinkedIn, YouTube, etc.
Conectados con el exterior, desconectados del interior
Estoy convencido de que estar conectado todo el día no es sano. Creo que nos acelera y que nos desconecta de nosotros mismos. A veces, después de haber revisado los trending topics del día, contestado doce correos electrónicos y revisado la actualidad en tres periódicos distintos, no tenemos ni idea de cómo nos sentimos. En ocasiones esa conexión intensiva con el exterior repercute negativamente en nuestra conexión interna. Nos olvidamos de lo que pasa dentro.
Pero no me malinterpretes, esto no es una cuestión de blanco o negro. No digo que debas olvidarte de las redes sociales ni despreocuparte por lo que sucede en el mundo. Solo sugiero que revises si tu relación con la información de los medios y redes sociales te está desconectando de otras partes de tu vida más importantes para ti (de tu familia, tu pareja, tus amigos o de tus propias emociones y sentimientos).
Estrategias para gestionar la información
Por mi trabajo me paso más de ocho horas al día pegado al ordenador y, por gusto, también le dedico parte de mi tiempo de ocio. Yo soy un usuario intensivo del ordenador y el smartphone. Pero soy consciente de los riesgos que esto supone para mí salud y mi equilibrio. Por eso me esfuerzo por no dejar que tanta información me absorba y me aleje de lo que para mí es más importante.
A continuación, describo algunas estrategias que utilizo y que me funcionan bastante bien. Puede que a ti también te sirvan o que no se adapten a ti, pero eso solo tú lo sabrás.
Asume que no puedes leer –ni ver, ni escuchar– todo lo que te interesa, debes elegir y descartar. Esto es esencial, el volumen de información es mucho mayor que tus posibilidades de consumirla y apropiarte de ella. De hecho, es tanta la información y tan fácil el acceso a ella que corres el riesgo de que sea ella la que te consuma a ti. Yo cada vez soy más selectivo y me digo a mí mismo eso, para otra vida.
La información no es gratis, estás pagando por ella. A veces podemos querer leer -o ver, o escuchar– un montón de contenidos solo porque son gratis. Pero si tuviéramos que pagar por ellos, sería otro cantar. A mí me ayuda recordar que la información no es gratuita, al fin y al cabo, estoy invirtiendo mi tiempo en consumirla. Tal vez a ti también te ayude plantearte si esta noticia, programa o vídeo es digna de tu tiempo.
Pregúntate si de verdad te interesa ese contenido en este momento. Antes de zambullirte en él, pregúntate si de verdad quieres dedicar este tiempo a leer ese libro, si no tienes nada mejor que hacer que ver ese vídeo de YouTube o entrar a Facebook o a Twitter. Yo con frecuencia lo hago y esto me ayuda a elegir hacer algo más nutritivo; o a nutrirme no haciendo nada. Un poco de reflexión puede ser el freno perfecto para la inercia.
Tómate un día de ayuno informativo. De vez en cuando me gusta desconectar de las redes sociales e internet. Me olvido del periódico y de la tele y me centro un poco más en mí mismo y en mi realidad inmediata y menos en lo que sucede en el mundo. Un periodo de desconexión así te puede ayudar a aclarar prioridades y a tomar conciencia de qué es lo que te aporta y qué es lo que te quita la manera en la que habitualmente gestionas la información.
Utiliza límites horarios. Por ejemplo, nada de internet después de la cena. O tal vez, nada de email ni redes sociales hasta después del desayuno. Yo utilizo estrategias así para evitar estar conectado todo el tiempo y estos respiros me van estupendamente. Me dan más espacio y tranquilidad.
Estas son algunas de mis estrategias y, como decía antes, pueden servirte o no. Pero, de cualquier modo, te animo a revisar tu relación con la información y a buscar tus propias estrategias para ser feliz con el modo en que la gestionas.