Fotografía de una carretera a través de un bosque como representación del sentido de la vida.

Francesc Torralba sobre el sentido de la vida

Muchos de nosotros nos hemos preguntado alguna vez —o muchas— por el sentido de la vida. Pero a la mayoría no nos ha dado por escribir un libro sobre el tema, ¿verdad? Pues bien, el teólogo y filósofo catalán Francesc Torralba ha escrito un libro así. De hecho, se titula El sentido de la vida y llevo un par de semanas gozando de su lectura.

Aún no lo he terminado, pero me está gustando mucho y hoy quiero compartir contigo algunas reflexiones sobre un párrafo del libro que está plagado de pepitas de oro. Me permito despiezarlo para comentarlo parte por parte:

La respuesta a la pregunta por el sentido no es estática. Es dinámica y narrativa. Podemos intentar decir lo que aquí y ahora llena de sentido a la vida, lo que hace que sea valiosa, pero no podemos anticipar lo que le dará sentido en el futuro. El sentido se construye a lo largo de la propia biografía.

¿Cuál es el sentido de la vida? Depende del momento…

¿Alguna vez has sentido ansiedad porque no encontrabas la respuesta definitiva a la pregunta por el sentido de la vida? Pues no te preocupes, relájate, ¡porque no existe una respuesta definitiva! Como dice Torralba, a lo largo de tu vida manejarás distintas respuestas y es normal que no sepas cuál será el sentido de tu vida en el futuro.

Fotografía aérea noctura de un nudo de carreteras
¿El sentido de la vida? Hay muchas respuestas posibles…

Quién me iba a decir a mí hace diez años que hoy estaría en Barcelona, enamorado de una sevillana, ¡y que tendríamos dos hijos en común! Por aquel entonces yo habría dicho que diez años después sería un viajero buscándose la vida en algún lugar del mundo. Hace diez años la autonomía y la aventura estaban en el centro de mi respuesta a la pregunta sobre el sentido de la vida. Ahora, sin embargo, la familia y la crianza son las piezas centrales para mí.

¿Qué es lo que ahora le da sentido a tu vida? ¿Es muy distinto de lo que antes le daba sentido? Te animo a tomarte unos minutos para pensarlo.

Los deseos que nos definen

Algunas de las cosas que le van dando sentido a nuestras vidas cambian a lo largo del tiempo. Otras, sin embargo, se mantienen:

Probablemente hay elementos que se mantienen firmes en el curso de todo el itinerario —se reiteran con cierta constancia— que, de una manera inconsciente, subsisten en la entraña de la persona, pero son difíciles de identificar. El sentido se transforma, porque también se transforma el deseo. Hay deseos que cambian, que se renuevan; otros envejecen; y otros, al fin, mueren de inanición; pero también hay deseos que, de una manera tenaz, están siempre presentes en el alma de la persona. El deseo de ser felices, de vivir una vida de calidad, de tener relaciones exquisitas, el anhelo de ser amados, acogidos, cuidados, reconocidos son deseos que subsisten a lo largo de todo el transcurso vital, pero el modo de satisfacerlos varía de modo sustancial de un período a otro.

En mi caso, el amor por el conocimiento es uno de los elementos permanentes en mi recorrido personal. Siempre fui un niño muy curioso. Devoraba documentales y pasaba mucho tiempo desmontando juguetes y aparatos viejos para entender cómo funcionaban. Ya de adolescente comencé a leer libros de autores sesudos —Freud, Russell, Platón— en busca de una mayor comprensión del mundo. Unos años después me matriculé en la facultad de Filosofía y comencé a practicar meditación zen en un intento de satisfacer mi sed de conocimiento. Hoy en día sigo leyendo sin parar, meditando y haciendo cursos de lo más variado en mi tiempo libre: programación, escritura, márketing digital, diseño, etc. Sin mi curiosidad ni mi deseo de aprender cosas nuevas, no sería yo mismo.

Seguro que tú también puedes identificar algún deseo que surge de lo más profundo de tu ser y que sigue contigo desde hace muchos años. ¿No es así?

Ensayo, error y sabiduría

Pero, volvamos al texto de Torralba:

Al transitar de una etapa a otra, aprendemos a descartar algunas respuestas, y de esta manera nos hacemos más sabios. Por ensayo y error, con penas y trabajos, adquirimos más grosor humano y las caídas nos enseñan a caminar con prudencia. La vida no es un círculo vicioso que gira sobre sí mismo. Es una espiral, porque si bien se vuelve a la situación originaria, nunca se vuelve de la misma manera.

Fotografía de unas personas en unas escaleras de caracol
La vida no es un círculo cerrado, sino una espiral.

Como dice nuestro amigo Torralba, no estamos atrapados en el círculo del eterno retorno. Los errores de nuestras antiguas relaciones nos permiten desenvolvernos mejor en las actuales. Los fallos que cometimos en el trabajo nos dieron lecciones que no olvidaremos y nos permiten no tropezar dos veces con la misma piedra. Nos equivocamos y aprendimos. Nos equivocaremos y aprenderemos.

¡Benditos sean pues mis errores! ¡Alabadas sean mis meteduras de pata! Pues gracias a ellas estoy en mejores condiciones que antes para responder a la pregunta esencial: ¿cuál es el sentido de la vida?

¿Quieres más?

Si tienes ganas de seguir reflexionando sobre la vida y su sentido, este libro de Torralba será un fantástico acicate. Te dejo la referencia completa por y el enlace a la web del editor:

Francesc Torralba. (2011). El sentido de la vida. Breves respuestas filosóficas a las grandes cuestiones existenciales. Barcelona: CEAC.

Ya me dirás qué te pareció…


Créditos: los derechos de la imagen de la cubierta de El sentido de la vida pertenecen a Ediciones CEAC (Planeta), así como los de los fragmentos del libro aquí citados. Las otras fotografías que ilustran el artículo son imágenes libres de derechos extraídas de Unsplash.

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