Hoy te quiero hablar de una persona muy independiente. Se trata de José López, un señor que bien se podría llamar Javier González, Raúl Pérez o Paco González. También podría ser una señora de nombre María, Rosa o Fina. Qué más da.
La cosa es que José López se equivoca. Allá donde va, pregona que él es un hombre que se ha hecho a sí mismo, como si hubiese surgido por generación espontánea y no como el fruto del vientre de su madre, previamente fecundado por un espermatozoide avezado salido de los testículos de su padre.
Insiste en su independencia como si la vida le fuera en ello. Sin embargo, cuando hace ocho meses yacía sobre una mesa de operaciones no se colocó el mismo la válvula coronoria que lleva, un aparato que, obvia decirlo, tampoco inventó él. Si no fuera porque tuvo acceso a un sistema de salud eficaz con profesionales formados y la tecnología necesaria, estaría muerto; independientemente de lo independiente que declare ser.
¿Quién no depende de los profesionales de la salud, por poner un ejemplo?
«Yo siempre me he valido por mí mismo». ¡Y un huevo! Claro, como si él mismo se hubiese cambiado los pañales y se hubiese proporcionado alimento cuando era un bebé indefenso. Pero no hace falta ir tan lejos en el tiempo: tampoco parecía valerse por sí mismo hace un par de semanas cuando llamó histérico al fontanero porque las cañerías de su cocina habían reventado.
«Soy un autodidacta, todo lo que sé lo he aprendido gracias a mis esfuerzos y dedicación al estudio» afirma el nota. ¡No te jode! Olvida la paciencia infinita que tuvo su maestra de primaria con él, ¡que el chiquillo tenía menos entendederas para las matemáticas que un calabacín! ¿Y qué hay de las personas que escribieron los libros que él estudió? ¿Y de los impresores que llenaron de letras aquellos pliegos en blanco? Se olvida también de los camioneros que transportaron las cajas de libros y de la librera que se los vendió. Sin todos estos eslabones en la cadena nunca habría llegado ese conocimiento a la materia gris del señor López.
«Autosuficiente, ante todo autosuficiente» se declara el tío. Me pregunto yo qué papel han jugado, juegan y jugarán en su vida sus padres; sus profesores; sus amigos y sus familiares. ¿Sería hoy José López quien es si no hubieran estado en su vida todas estas personas?
Y podemos alargar la lista, porque en su vida también han tenido algún impacto médicos, enfermeros, escritores, policías, administrativos, jefes, colegas, empleados, taxistas, tenderos, agricultores, ganaderos, transportistas, técnicos de laboratorio, operarios de fábricas, mécanicos, fontaneros, albañiles, electricistas, abogados, soldados, políticos, jueces, biólogos, químicos, físicos, músicos, poetas…
Es más, olvidemos a los humanos. ¿Pude vivir este caballero sin patatas, arroz, zanahorias, coliflores, tomates o manzanas? ¿Acaso no lleva en su cuerpo células compuestas a partir de la carne de los pollos, terneros y gorrinos que se zampó?
¿Cómo haría la digestión este independiente caballero si las bacterias que conforman su flora intestinal decidieran por referéndum marcharse de sus entrañas?
¿Qué me dices de los chinos que ensamblaron su móvil, ese desde el que tuitea su grado de independencia supino?
José López se mira en el espejo y ve reflejado un individuo, pero esa visión no es más que una ilusión perceptiva. Que no sea consciente de los miles de lazos de dependencia que lo unen a otros miles de personas, a la tierra que genera sus alimentos o a los árboles que producen el oxígeno que respira no significa que estos lazos no existan.
¿Esta imagen te sugiere independencia o interdependencia?
Él se cree un punto y aparte, pero no es más que un píxel en una pantalla, un punto de tinta en una trama que, junto a muchos otros puntos, forma un dibujo que solo puede verse desde una distancia suficiente.
Sus declaraciones de independencia son tan ridículas como las de una hoja que afirmara no depender de la rama en la que crece.
Mejor nos iría si abandonáramos los espejismos de independencia y reconociéramos nuestra interdependencia.
Así que, si alguna vez que te escuchas decir que eres una persona muy independiente, acuérdate de lo que acabas de leer.
Y si te ha gustado este artículo, quizás disfrutes leyendo que somos gotas en el mar.
Fotografías: Anh Duy, Piron Guillaume, David Straight y Benjamin Bousquet (Unsplash)