– Papá, ¿la nieve de dónde sale?
– De las nubes.
– Entonces, ¿las nubes están llenas de agua y nieve y cuando quieren hacen que llueva o que nieve?
Los protagonistas de este diálogo somos mi hija y yo hace unos días. Y cualquiera que tenga hijos o que pase mucho tiempo con niños se habrá encontrado con cientos de preguntas así. Por no hablar de otras sobre otras más delicadas: ¿la abuela se va a morir? ¿Por qué ese señor está tan sucio y duerme en un colchón en la calle?
El niño filósofo
Los niños son pura curiosidad y asombro y, como educadores, familiares, etc., haríamos bien ayudándoles a cultivar esas facultades. Eso es precisamente lo que propone Jordi Nomen en su libro El niño filósofo. Cómo enseñar a los niños a pensar por sí mismos.

Primera parte: teoría
La primera parte del libro presenta el marco teórico del autor. Aquí nos explica por qué considera que la filosofía también es cosa de niños:
«Los niños quieren saber porque ignorar genera cierta inquietud, un sentido de descontrol que a los humanos nos preocupa bastante. Entender nos aporta serenidad. Comprender da bienestar emocional. Por ello conviene detenerse y ver si las respuestas que les damos satisfacen su curiosidad o generan más impotencia. Quizás no podrán entender una respuesta científica, pero no podemos contestar siempre con analogías. Cualquier niño puede entender, partiendo de su experiencia, que llueve porque el agua que hay en la tierra sube al cielo en forma de vapor y cae luego como agua, como cuando en la ducha se forman gotitas en la mampara del baño de casa. Explorar juntos suele requerir más tiempo que la respuesta fácil: llueve porque el cielo está triste.»
Jordi Nomen
Acompañar en la curisidad y el asombro
Esta curiosidad innata de los niños —la capacidad para el asombro de la que hablaba Aristóteles— es la semilla de la filosofía. Por lo tanto, ¡la filosofía es cosa de niños! Eso sostiene Nomen y yo, que soy licenciado en Filosofía, estoy de acuerdo con él.

«La propuesta de este libro, su tesis fundamental, consiste en poner a disposición de padres y educadores algunas de las grandes preguntas de la historia que la filosofía occidental nos ha legado, para que sean el sacacorchos de la botella donde se encuentra la admiración infantil. Así los niños podrían descubrir su condición filosófica —ya comentaremos si podríamos llamar a la inteligencia filosófica— y ponerla al servicio de un desarrollo personal y social que los convierta en ciudadanos activos y comprometidos, en personas capaces de vivir en sociedad con el modelo de vida que libremente elijan.»
Jordi Nomen
Ética y ciudadanía activa
¿Qué te parece? Como ves, no se trata de poner a los niños a especular en el vacío, sino de ayudarles a comprender el mundo y su lugar en él. El autor defiende un enfoque filosófico práctico donde la ética juega un papel fundamental.
¿Y cómo se traduciría esto en la práctica? Creando espacios de gestión y decisión para que los infantes puedan desarrollarse como ciudadanos de pleno derecho.
«La filosofía no puede ser solo una herramienta especulativa; también debe ser una guía para la acción, para una acción que requiere tener en cuenta el contexto y que, para implicarse, debe dejar atrás la neutralidad. El niño no es un ciudadano a medias; es ciudadano por derecho. Hasta aquí hablábamos de la potencialidad de la filosofía para educar la razonabilidad y la emotividad, para hacer juicios y análisis medidos. El pensamiento cuidadoso no tiene sentido si no mueve a la persona a resolver lo que considera injusto para identificar las causas del conflicto y combatirlo. Tengámoslo claro: lo que propongo no es, simplemente, que el niño aprenda a pensar bien, de forma lógica y crítica. Propongo que nuestros niños dispongan de zonas de gestión en los propios centros educativos, en casa, en la propia ciudad, para que aprendan a desarrollar la coherencia que queremos que aprendan.»
Jordi Nomen

Segunda parte: práctica
Y para ayudarnos a acompañar a los niños en su reflexión filosófica, la segunda parte de El niño filósofo nos presenta doce grandes preguntas de la filosofía occidental con una pauta de explotación didáctica:
- Platón: ¿Debemos actuar con la cabeza o el corazón?
- Aristóteles: ¿Cómo podemos decidir lo que está bien?
- Epicuro: ¿El placer debe ser el fin último de nuestros actos?
- Séneca: ¿Debemos tener miedo a la muerte?
- Spinoza: ¿Cómo se puede conseguir la alegría?
- Montaigne: ¿Es importante tener buenos amigos?
- Rousseau: ¿Para qué sirve la educación?
- Kant: ¿Qué debemos hacer?
- Nietzsche: ¿Hay que ser creativo para vivir?
- Wittgenstein: ¿Hay que opinar sobre todo?
- Arendt: ¿Qué es la maldad?
- Fromm: ¿Es más importante tener o ser?

Cada una de estas preguntas viene acompañada de la respuesta del filósofo en cuestión y de un cuento que sirve como punto de partida del ejercicio de reflexión filosófica.
La pauta y las actividades que el profesor Jordi Nomen propone en cada uno de estos doce capítulos sirven para crear un marco ideal para la reflexión y el debate.
Espero que este libro llegue a muchas aulas y casas para que la semilla de la filosofía —que nuestras hijas e hijos traen de serie— se nutra, germine y arraigue.
¿Aún no sabes si el libro te interesa? Quizás esta charla de su autor te ayude.
Fotografías: Iñaki Calvo; Rachel, James Motter y Markus Spiske (Unsplash).